Este año, numerosos niños han bailado en el ‘corro’ simbolizando el futuro de esta tradición migueleta que pasa de generación en generación
Miguel Esteban ha vuelto a convertirse en epicentro de todas las miradas con la celebración de la tradicional Fiesta de la Jota Pujada, un evento que tiene sus orígenes en el siglo XVIII y que convierte al Carnaval miguelete en único en el mundo.
A los pies de la estatua de la vendimiadora, en los arcos de la entrada del Parque Municipal ‘Nuestra Señora del Socorro’, vecinos y visitantes han formado el típico círculo o ‘corro’, emblema de una de las costumbres más arraigadas y estandarte del patrimonio festivo y cultural de Miguel Esteban.
Como establece la tradición, los Capitanes, cargo que este año desempeñan José Francisco Muñoz y Maximina Organero, junto a sus hijos José Francisco y Beatriz, han sido los encargados de abrir el ‘corro’ con el tremolar de la bandera al ritmo de las notas entonadas por los integrantes de la Banda Municipal de Música ‘Santa Cecilia’.
Seguidamente, y también fieles a la costumbre, los Capitanes han sido los primeros en bailar la Jota Pujada, tras lo cual han cedido el testigo a otros migueletes que han ‘pujado’ para tener el privilegio de bailar dentro del ‘corro’ al igual que hacían sus antepasados.
Este año, se ha podido ver a muchos niños bailando en el centro del ‘corro’ junto a sus familiares o en pandillas de amigos. Sin duda, un elemento importantísimo que demuestra que esta fiesta no decae, que sigue calando entre las generaciones más jóvenes y que tiene un futuro asegurado.
El encargado de ‘animar’ las pujas y establecer quién baila en cada momento y qué pieza se toca en función del dinero que se paga, ha sido Alejandro Ochoa que desde hace unos 35 años desempeña la función del ‘animero’, otra de las figuras destacadas de esta tradición que ya estaba vigente en el año 1751, como acredita un documento del archivo de la Iglesia Parroquial de Miguel Esteban.
Uno de los momentos clave y más esperado por todos los migueletes es cuando se escucha la ‘Jota campesina’, una jota muy alegre y rápida que se toca cuando la ‘puja’ alcanza los 180 euros, y que contrasta con el ritmo más lento de la denominada ‘jota migueleta’.
El alcalde, Pedro Casas, que ha bailado junto a la concejal de Festejos, Mari Nieves Patiño, ha indicado que la Jota Pujada “es nuestro buque insignia, es algo más que un sentimiento y es un hecho diferencial de nuestro Carnaval con relación al resto”. Casas también ha indicado que como alcalde se siente muy orgulloso “de mi pueblo, de las asociaciones, de la Banda de Música y de todos los Capitanes de estos años”.
Por su parte, la Capitana, Maximina Organero, ha explicado que la Jota Pujada “es una tradición muy bonita, que he vivido desde pequeña y lo llevamos muy dentro” y ha apuntado que vivir esta experiencia con sus hijos es muy importante porque “desde que tenían 6 años, les he inculcado lo que es la Jota para que vivan la emoción que yo tengo por ella y no se vaya perdiendo”.
La estampa de la Jota Pujada se repite hasta cuatro veces durante todo el fin de semana. El dinero recaudado, que antiguamente se destinaba a costear misas para las ánimas, se entrega a la Banda Municipal de Música, que también tiene un papel importante dentro de esta fiesta ya que participa en todos los ‘corros’ y acompaña a los Capitanes.