La pregonera, Noelia Caravaca, sorprendió con un divertido pregón que incluyó el acompañamiento de una chirigota
El homenaje a los Capitanes de este año, el tradicional Baile del Candil y el pregón marcaron anoche el inicio de la Fiesta de la Jota Pujada en Miguel Esteban.
Cientos de personas llenaron la Carpa de Carnaval para asistir a este acto en el que se ensalza la importancia de esta tradición con más de tres siglos de historia y se reconoce la figura de los Capitanes, cargo que este año ostentan José Francisco Muñoz y Maximina Organero, junto a sus hijos José Francisco y Beatriz.
En el acto, el alcalde, Pedro Casas, señaló que “los Capitanes sois el estandarte de esta fiesta” y apuntó que cada año se van incorporando nuevos detalles “para que el Carnaval de Miguel Esteban y la Jota Pujada sean más conocidos fuera del municipio pero también para que todos los migueletes disfrutemos con las costumbres de nuestros antepasados”. “Con la colaboración del Ayuntamiento y la ayuda de todos vosotros, iremos subiendo peldaños para que esta fiesta sea cada vez más fiesta dentro de la comarca y de la región”, concluía Casas.
Tras ello, tomó la palabra la pregonera del Carnaval 2018, Noelia Caravaca, enfermera en la especialidad de psiquiatría del Hospital de Tomelloso y miembro de una familia muy vinculada al Carnaval y a la Jota Pujada de Miguel Esteban. La pregonera explicó sus vivencias en el Carnaval miguelete y dijo que “Miguel Esteban es la cuna de la Jota Pujada, una tradición centenaria que seguimos manteniendo, una fiesta única y diferente que transmite embrujo y magia” e invitó a todos a “vivir el Carnaval de forma unida y divertida con familias y amigos”.
Noelia Caravaca solicitó la presencia en el escenario de una parte de su “gran familia del Carnaval” y, junto a ella, arrancaron las risas del público con las letras atrevidas y divertidas de la chirigota.
A continuación, llegó uno de los momentos más esperados de la noche. Los Capitanes subieron al escenario y recibieron el cariño y reconocimiento de su pueblo. En nombre del Ayuntamiento y de Miguel Esteban, el alcalde y la concejal de Festejos les hicieron entrega de una estatuilla de la vendimiadora y otra de Don Quijote.
La Capitana, Maximia Organero, acompañada por su marido y sus hijos, confesó que al convertirse en Capitana “mi sueño se ha hecho realidad” y explicó usando algunas ‘coplillas’ cómo tomó la decisión y cómo fue respaldada por sus hijos y su marido. Tras dedicar palabras de agradecimiento a su familia y al Grupo folclórico ‘Danzas y costumbres’, del que es integrante, invitó a todos los migueletes a “vivir el Carnaval con toda la ilusión y alegría, como nosotros”.
Además de proyectarse un power point con fotografías de los Capitanes y de su vinculación al Carnaval, Maximina Organero, José Francisco Muñoz y sus hijos, fueron agasajados con multitud de sorpresas y obsequios por parte de familiares y amigos. Entre ellos, la interpretación de una original jota del grupo de folclore ‘Danzas y Costumbres’ cuya letra estaba dedicada a la familia de Capitanes 2018.
En el acto, también hubo menciones especiales para las tres personas de más edad que forman parte de los grupos folclóricos de Miguel Esteban y que han contribuido a enseñar la jota a muchos migueletes. En concreto, fueron reconocidos Santiago Puente Ochoa y Juan Puente Lara, ambos del Grupo Folclórico ‘Los Charcones’, y Juan Lozano Sevilla, del Grupo de Folclore ‘Danzas y Costumbres’.
El Homenaje a la Jota Pujada concluyó con el tradicional Baile del Candil, de la mano del Grupo de Coros y Danzas ‘Los Charcones’, quienes bailaron jotas, seguidillas y rondeñas. Los Capitanes 2018 ofrecieron dulces típicos a todos los asistentes.
La fiesta se prolongó hasta altas horas de la madrugada con música de Dj´s. Durante el descanso, se realizó el Concurso de Baile de la Jota Pujada para fomentar esta tradición migueleta entre los jóvenes. Numerosas personas se animaron a participar y a demostrar sus dotes ‘joteras’.
Durante todo el fin de semana, los compases de la jota pujada inundarán Miguel Esteban rememorando una tradición que hunde sus raíces en el siglo XVIII, tal y como acreditan algunos documentos históricos.