Migueletes y personas de otros puntos de la región y de España han participado en esta tradición con más de tres siglos de antigüedad
Miguel Esteban ha vuelto a emocionarse con la cautivadora Jota Pujada, una tradición que cuenta con más de tres siglos de antigüedad y que forma parte del patrimonio cultural y festivo de la localidad.
Migueletes de todas las edades y curiosos llegados de diferentes puntos, han podido presenciar y vivir en primera persona esta fiesta que convierte al Carnaval de Miguel Esteban en único en el mundo.
Congregados a los pies de la estatua de la Vendimiadora, junto a los arcos de la entrada del Parque Municipal ‘Nuestra Señora del Socorro’ y formando el típico ‘corro’, los asistentes se han dejado envolver por la singularidad de las pujas, los compases de la jota y el desparpajo del ‘animero’. Este último es uno de los símbolos de esta arraigada costumbre en la que las parejas, en grupos de cuatro personas, pujan para tener el privilegio de bailar la jota siguiendo una tradición anterior al año 1751, como reza en un documento conservado en el archivo parroquial.
Los encargados de abrir la Jota Pujada han sido los Capitanes, cargo que este año ostentan Maximino Lara y Pilar Arinero, abuelo y nieta. Como marca la tradición, ambos han comenzado ‘dándole a la bandera’, es decir, realizando movimientos con la bandera de España al ritmo de las notas interpretadas por la Banda Municipal de Música.
Tras bailar la primera jota, acompañados por la esposa del Capitán y la madre de la Capitana, los Capitanes del Carnaval han cedido el testigo a las diferentes parejas que han ido pujando para poder bailar la jota migueleta, que tiene un ritmo más tranquilo, o bien la denominada ‘jota campesina’ que es mucho más rápida y alegre y es la que bailan las personas que efectúan las pujas más altas.
El alcalde, Pedro Casas ha resaltado que la Jota Pujada “es una fiesta ancestral, algo que todos los migueletes llevamos en la sangre y es mucho más que un sentimiento, es prácticamente un himno local”. Asimismo, ha recalcado que “queremos que esta tradición siga y se conserve durante 300 años más, como mínimo” y avanzaba que en el próximo pleno ordinario se aprobará solicitar a la Dirección General de Turismo que la Jota Pujada sea declarada fiesta de Interés Turístico Regional.
Por su parte, la concejal de Festejos, Mari Nieves Patiño, que ha bailado la jota acompañada por varios concejales del equipo de gobierno, ha destacado que “la Jota Pujada es un sentimiento que nos sale de dentro en cualquier momento” y ha recordado que desde niños a mayores salen a bailar y a arropar a los Capitanes.
Maximino Lara, quien a sus 80 años repite por tercera vez como Capitán, ha explicado que “sentirse tan arropado es un orgullo, me gusta mucho esta tradición y bailar con mi nieta es algo muy grande”.
Por su parte, la Capitana, Pilar Arinero, ha recalcado que le gusta participar en las tradiciones migueletas y que es importante que “la gente mayor siga participando y que la gente joven se inicie a participar en las tradiciones”.
La estampa de la Jota Pujada se repite hasta cuatro veces durante todo el fin de semana y se ha convertido en un atractivo turístico más para el municipio.
El dinero recaudado con las pujas, que antiguamente se destinaba a costear misas para las ánimas, se entrega a la Banda Municipal de Música, que también tiene un papel importante dentro de esta fiesta, ya que durante todo el fin de semana participan en todos los ‘corros’ que se llevan a cabo y acompañan a los Capitanes.