El carisma de la gente de Miguel Esteban y de sus agricultores estuvo muy presente en el acto
El pregón de la Romería de San Isidro que ofreció el ingeniero agrónomo, Ricardo Rodríguez Rodríguez, despertó el interés de cientos de migueletes que se dieron cita en el Auditorio de Miguel Esteban para asistir a este acto que constituye la antesala de uno de los días grandes de la localidad.
Con puntualidad británica, la maestra de ceremonias, la concejala Mari Nieves Patiño, abrió el acto dando paso al alcalde, Pedro Casas, que fue el encargado de presentar al pregonero. Casas habló del brillante currículum de este ingeniero agrónomo, Jefe de Servicio de la Consejería de Agricultura de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, que además ha sido la persona encargada de impartir el curso de cata de vinos que ha tenido lugar en el municipio.
En su intervención, el alcalde también se refirió al carisma de la gente de Miguel Esteban y de sus agricultores, y dio las gracias a la Junta de San Isidro por el trabajo realizado y las innovaciones que se han introducido como la decoración del Auditorio, un detalle que engrandeció aún más este acto.
Por su parte, Ricardo Rodríguez ofreció un pregón cargado de referencias a las gentes, las calles y los productos de Miguel Esteban y pidió que se rescataran los valores rurales perdidos actualmente. Rodríguez también animó a todos a conservar la fiesta del patrón de los agricultores.
Tras el pregón, tuvieron lugar las actuaciones de la artista local Ángela Patiño Tirado, la bailaora Jennifer Sánchez y el grupo de Coros y Danzas “Los Charcones”, todos ellos entusiasmaron al público asistente, al igual que los mayordomos quienes también bailaron una jota sobre el escenario.
Junto a la música, fue protagonista la poesía, ya que una de las mayordomas, Maribel Almenara, recitó las coplas compuestas por la concejala Mari Nieves Patiño sobre los mayordomos.
El presidente de la Hermandad, José Plácido, hizo entrega de unas placas al pregonero, a los abanderados y a los mayordomos, así como un ramo de flores a todas las mujeres que habían participado en el acto. A su término tuvo lugar la tradicional pólvora en honor de San Isidro.